martes, diciembre 26, 2017

Propósitos de año viejo

Mi propósito de año viejo será escribir cada día de aquí al final del año. Hoy no han pasado muchas cosas. He perdido las gafas de leer (ahora tengo gafas de leer). Le he pedido a mi hermano, que estaba fuera, que me trajera unas nuevas. Me las han comprado. Al poco he  encontrado las gafas perdidas. Mi vida es esto. 

He ido a un hospital. Me han hecho unas radiografías de las manos. Mi postura para que las manos estuvieran en la posición correcta era una inclinación algo humillante, con los brazos extendidos sobre una plataforma y el culo en pompa, como reverenciando a la máquina de todas las radiografías. 


Paro en un bar de carretera. Oscuro, ruidoso, algo frío, feo. Miro el móvil. Google me dice esto: 





No hago caso ni fotos. En el bar  tienen "La Tribuna" y "La Razón". En Albacete venden los dos periódicos juntos por el precio de uno. El periódico ya casi sólo lo compran en los bares. Y al final parte de la gente que frecuenta los bares de Albacete terminará viviendo en ese mundo paralelo de La Razón. En los periódicos de provincias abundan los articulistas que escriben obviedades con frases hechas, que son las mejores para las obviedades. Algunos escriben con   prosas ramplonas aunque otros  se ponen estupendos y floridos. Me los imagino recortando sus artículos del periódico para guardarlos en carpetas color azulete. Era lo que yo hacía cuando escribía, también con frases hechas, en la prensa provincial. Pero de vez en cuando encuentras en esos periódicos a algunos articulistas brillantes a los que ya sólo leerán unos cientos de personas.

Pero no sólo en la prensa provincial hay gente con poco que decir o muy errada. En el coche, de camino a casa, pongo la radio, una de las emisoras nacionales más importantes. El locutor presenta  a dos de los mejores cronistas de la España de hoy en día. Alguien comenta lo enganchada que está la gente a los teléfonos móviles. Uno de los mejores cronistas de la España de hoy en día dice que eso es pasajero, la novedad. Que no hay que alarmarse, que cuando llegó la luz eléctrica sucedió lo mismo. Nadie le discute la brillante intervención. Y me imagino a los españoles de  hace cien años buscando sin parar interruptores para apagarlos y encenderlos nada más levantarse, también antes de acostarse, me los imagino con problemas de ansiedad por salir a la calle sin luz eléctrica en los bolsillos, me los imagino llegando a las casas de los amigos y pidiéndoles que les muestren su luz eléctrica, porque la necesitan. 


Leo en La Razón que han destapado una trama que infló la taquilla de una pelicula para  cobrar subvenciones. Están implicados un director y tres cines, uno de ellos el "Pequeño Cine Estudio", a donde iba hace años. Su dueña se llama "Teresita del Niño Jesús Perales de la Cal".


Me he traído al pueblo para estas navidades  más libros de los que leeré, como siempre. Hoy ando con "En la soledad de los campos de algodón".


"Pero cuanto más correcto es un vendedor, más perverso es el comprador; todo vendedor procura satisfacer un deseo que todavía desconoce, mientras que el comprador siempre somete su deseo a la satisfacción primera de poder rechazar lo que se le ofrece, así su deseo inconfesado es exaltado por el rechazo, y olvida su deseo en el placer que experimenta humillando al vendedor."