jueves, julio 20, 2006

una noche con bichos


surfin2.jpg
Originally uploaded by el_hombre_perplejo.
Tercer concierto de la gira de resurrección de los Surfing Bichos. Tras pasar por el Primavera Sound y el Mimed de Valencia le llegaba el turno al festival madrileño Metrorock, donde los albaceteños dieron un concierto breve pero intenso en el que fueron cabeza de cartel, precedidos por el mismísimo Paul Weller. Antes se pudo ver a bandas ya asentadas como Sexy Sadie o los granadinos Lory Meyer y a grupos de pop adolescente como Pignoise, que tienen tanto de músicos como de producto de marketing televisivo.

Porque en un recinto donde se reúnen casi treinta mil jóvenes no podía faltar el marketing. Ni la publicidad.

Se vieron por el Metrorock grafiteros reciclados en pintores publicitarios que plasmaban en grandes paneles carnets jóvenes con el fondo de Madrid. Se vieron chicas con vaqueros ajustados y camisetas breves que te pedían tus datos con la promesa del sorteo de un coche japonés. Se vio a otras que regalaban cintas para colgar móviles, pañuelos con publicidad, se vio a gente de la organización que procuraba lanzar grandes balones sobre el público durante los conciertos para que el logo de Metro de Madrid se paseara sobre las cabezas del llamado respetable. El resultado: mucha gente cargada de pañuelos y cintas que golpeaban grandes balones mientras albergaban la esperanza de ganar un coche japonés.

También se vieron balones sobre los miles de personas que contemplaron como los Surfing Bichos abrían su concierto a las dos y pico de la madrugada con un tema instrumental. Pegados al escenario dos tipos pedían al grupo que tocaran Hey Lázaro y los fotógrafos disparaban sus flashes antes de marcharse a otro concierto o a una barra.

Los balones sobrevolaban nuestras cabezas y Fernando Alfaro comenzaba a cantar: Cae la noche con su manto gris. Joaquín Pascual parecía tener problemas con su guitarra y los dos tipos, cerca de la valla, seguían pidiendo a gritos Hey Lázaro.

Y el concierto fue creciendo mientras Pascual rompía cuerdas y Fernando Alfaro presentaba los temas con entradillas tan apocalípticas como sus letras. Llegaron Comida china y subfusiles, Rifle de repetición y otras canciones cargadas de armas de fuego, sangre y muerte. Isa hacía coros y tocaba teclados y guitarras en un rincón, como sin querer molestar, como esas visitas que se quieren ir antes de llegar. Una vez más apenas se la oyó.

Un músico de los desaparecidos Mercromina, sin poder aguantarse las ganas de estar sobre ese escenario, salió de algún rincón del escenario para darle dos besos al bajista de los Surfin, José Manuel Mora, mientras Joaquín Pascual se encogía en sus solos de guitarra y Carlos Cuevas marcaba el camino desde la batería. Los dos tipos seguían pidiendo Hey Lázaro. Llegó su primer y lejano éxito, Gente abollada, y pasaron por Efervescente, El crujido de un cangrejo hasta terminar con Hermano Carnal y las guitarras en vuelo de Fuerte. Y se marcharon. La gente se miraba los relojes. Parecía corto. En estos festivales cronometrados no suelen permitir bises pero el público, por primera vez en la noche, los pedía. Dos tipos concretaban. Ellos querían el Hey Lázaro. ¿Quién dijo que la constancia es una virtud? Pero no hubo nada más que el ruido de los amplificadores aún conectados y los dos tipos que pedían el Hey Lázaro a un escenario vacío. Para los bises habrá que esperar al seis de octubre en Albacete.