viernes, octubre 03, 2008

He escrito un poema

Hace muchos años que no escribo un poema, para alegría del arte poético, si ese arte puede experimentar alegrías. Uno de los últimos fue en el instituto, para un concurso escolar. Por aquella época apenas leía poesía, pero en este país no leer no le ha impedido nunca a nadie ponerse a escribir, y no escuchar no es óbice (qué palabra) para no parar de hablar. De hecho ayuda.

Convocaron en el instituto uno de esos concursos de prosa y verso, primer premio 5.000 pesetas. Cinco mil pesetas era más de lo que se ganaba en un día de vendimia, porque por entonces el dinero se medía en días de vendimia y el amor en cuánto tiempo compartías asientos en el autobús que nos llevaba al instituto.

Y perpetré un poema en el que imaginaba que la madre de alguien se había muerto y ese alguien quería parar el mundo, el tiempo. Auden había hecho algo parecido, pero bien hecho, aunque yo por entonces no sabía quién era Auden y ahora tampoco lo tengo muy claro.

Con mi Olivetti lettera y mucho tipex escribí mi poema y me fui a la conserjería del instituto a fotocopiarlo. Allí reinaba Arcas, el conserje, con su chaqueta con galones de comandante en fotocopias. Él no estaba en el jurado, que yo supiera, pero cuando le di mi poema y le pedí tres copias comenzó a leerlo. Y yo, error, me quedé a escucharlo.
Mi poema principiaba así:

“¡Para mundo tu curso
para ya tu transcurrir…”

Y “para” era del verbo parar… Un imperativo… Pero Arcas leía mis “para” como adverbios. El poema era malo, pero leído por Arcas era peor… He escrito cosas vergonzantes y algunas se han emitido, pero creo que nunca experimentaré más vergüenza que la que sentí oyendo a Arcas destrozar mi poema ya roto. Arcas no entendía el poema y yo no entendía a Arcas. Intenté explicárselo, (el poema) pero el cuerpo de conserjes y los adverbios por entonces no se llevaban bien. Con buen criterio no me premiaron y no volví a escribir poesía en muchos años.

Pero el otro día estaba trabajando con un ordenador con windows y como trabajar no trabajaba mucho saltó el salvapantallas. Lo que veía se llamaba “danza de los círculos misteriosos”. Me puse a ver todos los salvapantallas de windows y a leer sus nombres. Estaba claro que había un cachondo tras ellos. Y también un poema. Lo he escrito, aquí está. Es malo, pero uno se debe a su trayectoria. Lo he llamado: “Bill, Gates, ¿por qué nos haces esto?

“Bill, Gates, ¿por qué nos haces esto?


¿Qué fue de la esfera brillante
qué de la danza de los círculos misteriosos?
¿Dónde están mis pantuflas con las que observaba
la perspectiva de estrella nevada
de tus dientes de león?

Y cuando estoy en el baño
Sentado sobre la espiral profunda
Pensando, leyendo, y entonces termino y provoco
la turbulencia en verde
y llega la calma relativa
pero no, mejor darle un poco
al spray onírico
que igual viene visita
por el túnel del tiempo
de la caleidovisión
o en metro, nunca se sabe no,
con las visitas los domingos.

Y entonces llega la expiración arácnida
(que se ha muerto el octópodo, vamos)
Y la intermitencia tenue (nuestra relación)
Que habita en la nación electrostática (la casa de tu madre, querida)
Que va del fuego tenue (esos ducados ya no se los fuma nadie)
A tu filo ocular… (qué manera de mirar, ¿es para tanto?….)

Y entonces te enfadas y el torbellino sepia en que te sumerges
Me lleva a la llama, a la fuente, al spyro que termina en punta
Y en ameba y en loto, si es que algo puede terminar así.
Y damos la vuelta al mundo
Por las carreteras de neón
Y yo me pregunto, ¿terminarás ya de mirar escaparates?

Y sí, creo que tendría que dejar los porros,
Pero me puede más
la vida en fresa, la nebulosa química,
La Turbulencia en verde (llámala maría)
De las cosas, de las equis, de las barras
Del ritmo de la ondulación musical.
Batidora de arcoiris
Equis.
Equis
Equis

Matriz de gemas que no son sino
Tus lágrimas, cristales de hielo,

¡Ay, Microsoft, Microsoft!
Bill, dime, ¿tú por qué nos haces esto?

jueves, octubre 02, 2008

días en los que sólo pasa casi nada

Ayer el señor mendigo que pide junto a la taquilla del cine del Círculo me dijo que me había tocado irme de delantero centro al Eibar. Era así. A mí me pareció buen destino, no sé qué pensarán los directivos del Eibar. A él también le había tocado jugar, pero en otro equipo vasco cuyo nombre no recuerdo. Es una pena, no jugaremos juntos. Hoy, bajando por San Bernardo, vi que en un restaurante chino tienen un plato que se llama “Hormiga sube a la montaña”. O baja. No recuerdo ya... Hay días en los que no pasa mucho más y aún así no están mal.