jueves, abril 30, 2009

Pequeñas cosas que son grandes I: por qué Hitler perdió la guerra

Hay unas cuantas explicaciones sobre porqué Alemania perdió la II Guerra Mundial. Que si el frente de Rusia, que si la entrada de EEUU en la guerra. Pero no, Hitler perdió la guerra por culpa de Salvador Dali. Así lo explica Dalí en “Diarios de un genio”:

“Los periódicos y la radio anuncian con gran estrépito que hoy es el aniversario del final de la guerra en Europa.

Al levantarme esta mañana al toque de las seis horas, se me ha infiltrado en la cabeza, aún no sé cómo, que probablemente había sido Dalí quien había ganado la última guerra. Esta sospecha me embelesa. Yo no conocía personalmente a Adolfo, pero, teóricamente, pude haberle encontrado a solas en dos ocasiones antes del Congreso de Nuremberg. En la vigilia de este congreso, mi íntimo amigo lord Berners me pidió que firmara mi libro “La conquista de lo irracional” para ofrecerlo personalmente a Hitler... En el momento de firmar el ejemplar que me presentaba Lord Bernes, fui presa de una curiosa perplejidad y, recordando a los payeses analfabetos que acudían al despacho de mi padre y firmaban con una cruz me limité a mi vez a poner una cruz. Tuve el convencimiento, al hacerlo (como, por otra parte, respecto a todo lo que hago), que aquello iba a tener mucha importancia, pero nunca jamás hubiera creído que fuera precisamente este signo el que provocara la sublime catástrofe hitleriana. En efecto, Dalí, especialista en cruces (el más grande que jamás haya existido), había logrado con dos rasgos tranquilos expresar gráfica, magistral, y diría todavía mejor, mágicamente y de una manera concentrada, la quintaesencia de lo opuesto absoluto a la esvástica, la cruz dinámica, nietzscheana, gamada, hitleriana.

Había dibujado una cruz estoica, la más estoica, la más velazqueña y antiesvástica de todas las cruces, la cruz española de la serenidad dionisíaca. Adolfo Hitler, que debía poseer sin duda apasionadas antenas de magia, repletas de horóscopos, debió seguramente quedar aterrado durante largo rato de mi augurio, hasta que se produjo su muerte en el bunker de Berlín."

pd: aunque suelo escribir tontadas de mi invención en este blog todo lo de arriba es invención de Dalí.

lunes, abril 27, 2009

Poetas callejeros

Cuando vivía por Malasaña había un poeta callejero que iba de bar en bar intentando vender sus poemas. Por ahora es algo que no han intentado los ensayistas. Congratulémonos.

No tenía gran visión del negocio editorial, se iba a fotocopiar sus versos al workcenter de San Bernardo, de lejos las fotocopias más caras de todo el barrio. Dormidina trabajó allí unos meses y cuando podía le hacía las fotocopias gratis. Era alcohólico y hace tiempo que no lo vemos por las calles. También estaba otro artista del barrio que publicaba una revista literaria en la que casi sólo escribía él, Curro Sevilla. Dejó la revista porque no era viable y se pasó a vender dibujos. Por ahí sigue, seguro que si habéis estado más de dos horas en un bar de Malasaña os habrá dejado sus dibujos de toreros sobre la mesa. Hablaba mal del poeta alcohólico, decía que había heredado una casa y tenía una paga y en cambio él no tenía nada. Los poetas también pueden ser terrenales en sus celos.


Desaparecen unos poetas callejeros, llegan otros. El otro día un chico en una terraza de Argumosa dejó este poema.

Los informáticos son más felices

Míralos, sí, míralos, con sus trajes frescos las mañanas
tan formales pero esas revistas de colores,
y esos ojos cansados de los que han navegado mucho
y lo han visto casi todo
pero no sufren la melancolía
de los que lo han visto casi todo.

Si mac o pc les queda lejos y pequeño
ellos hablan de otras cosas
que ni tú ni yo entendemos
pero respetamos como se respetan las liturgias
en idiomas extranjeros

Aunque si un día los necesitas
si necesitas cosas sencillas
también podrán configurar tu moden
formatearte el disco duro
y hablarte como a un niño
para que sientas que entiendes
aunque todos sepamos que es imposible
que no entiendes casi nada
salvo que es posible
habitar en la mentira
de que pasa lo que no pasa.

Lo demás es palabrería e impotencia.

En la arquitectura exacta del sistema
siempre tendrán un hueco los informáticos.
Y en los suplementos de empleo
siempre habrá un anuncio que los busca.
Mientras, tú buscas quien te busque
y ya lo sé, no encuentras nada.

Y en su lenguaje escueto
hecho de unos y ceros
podrán decirte tantas cosas
ellos, los informáticos,
que aún se hará más grande
todo lo que no te dije nunca.

Y no me hace sentir superior
la apología de la tristeza
que cerca de mí te espera.
Ya vamos sabiendo que
las poses no son programables
y también que las lágrimas
son computables

Sí, ya te lo digo,
no seas tonta,
serás feliz con ellos.

Por eso corre,
busca la felicidad de los informáticos
antes de que sea demasiado tarde.

Jorge Andrade

domingo, abril 19, 2009

De espias y 3. (o cómo un vago termina un ¿cuento?)

Los dos perseguíamos a Paco Córdoba y los dos saldríamos ganando si lo encontrábamos así que decidimos colaborar aunque sólo fuera por el momento.

-¿Qué hacemos?
-Yo buscaré a Paco Córdoba por aquí y tú búscalo por allá- le dije, haciendo gala de mi espíritu organizador.
-Vale- contestó

Y me fui corriendo hacia aquí, sin tener muy claro dónde estaba eso.

Entonces apareció él. Lo conocía bien de aquella época juvenil en la que tenía ínfulas literarias. Después, cuando descubrí lo que significaba “ínfulas” dejé de tenerlas con lo que mi carrera de escritor se acabó. Pero aún me acordaba de aquel hombre, Vladímir Yákovlevich Propp (San Petersburgo, 29 de abril del 1895, Leningrado 22 de agosto de 1970) un erudito ruso que como todo el mundo sabe hizo un análisis estructural de la morfología de los cuentos donde parte del corpus para llegar, cómo no, a la clasificación.
Le iba a recordar que según la wikipedia llevaba treinta y ocho años muerto porque no me parece bien que los muertos sigan por ahí salvo en el caso de Camilo Sexto. Si ya está imposible el metro en hora punta para que vuelvan también estos. Pero decidí callarme. Son tan susceptibles los rusos y tienen tanto gas ruso. Pero Vladimir Yakovlevich Propp no se calló, sino que vino hacia mí indignado.
-¿Qué está haciendo? ¿No ve que esta historia se está alargando demasiado? ¿Que no va a ningún sitio?
-Pero si acabo de empezar Vladimir Yakovlevich Propp. Aún estoy investigando. Estamos persiguiendo a Paco Córdoba.
-Paco Córdoba, Paco Córdoba – dijo imitándome- ¿Sabe acaso lo que dijo Cortazar?
-Pues.... dijo tantas cosas.
-Que la novela se gana por asaltos pero el cuento se gana por K.O.
Nunca me ha gustado ejercer la violencia contra ancianos rusos pero yo quería escribir un buen cuento así que le di un derechazo en toda la mandíbula. Vladimir Yakovlevich Propp cayó al suelo pero mi golpe no fue todo lo fuerte que yo quería porque al momento se incorporó.
-No ha sido K.O. Le clausuro el cuento.
-Pero Vladimir Yakovlevich... Déjeme que le pegue otra vez. No sea tan ortodoso
-Se escribe con x.
-Vale, se lo escribo como quiera pero...
-Ni peros ni hostias. Clausurado. Otra vez escriba algo mejor.
Y me cerró el cuento.