jueves, diciembre 29, 2011

¿Ardillas o cucarachas?


Hace unos meses en la biblioteca de mi pueblo se desprendieron de un buen montón de libros. El criterio no fue muy afortunado: los libros que veían viejos, aunque estuvieran bien conservados, iban para un mercadillo con precios entre uno y tres euros.

Pero en fin, me vino bien, me hice con dos de Austral de Julio Camba, con algunos de Los Hollister que tanto me gustaban de crío y que no intentaré releer… Y con uno de William Saroyan, La comedia humana, que ya tenía en una edición del Acantilado. Esta vieja es de Plaza y Janés, del 65. Y nada más abrirlo me encontré esto:

  • El niño llamado Ulises Macauley estaba un día asomado al agujero de un nuevo nido de cucarachas en el patio posterior de su casa, en la avenida de Santa Clara, de Ithaca, California. La cucaracha de este nido sacaba de él barro húmedo que iba empujando hacia fuera y vigilaba al chico, que era ciertamente un extraño, pero quizá no un enemigo.

Y esto traduce Javier Calvo en la edición del Acantilado

  • El niño llamado Ulises Macauley estaba un día delante de la nueva madriguera de ardillas de tierra del jardín de su cada de Santa Clara Avenue en Ithaca, California. La ardilla de aquella madriguera levantó un poco de tierra fresca y húmeda y se asomó para mirar al niño, que ciertamente era un desconocido pero no un enemigo.

Creo y prefiero que sea una ardilla. Lo creo porque no he visto nunca a una cucaracha que no estuviera en plena huída. Y porque no es lo mismo comenzar una novela como esta, juguetona, inocente, con una ardilla que con una cucaracha.

martes, diciembre 20, 2011

Cosas que voy apuntando


Antes recortaba artículos de los periódicos y los pegaba en folios que después anillaba. Amarillentos ya, están en la casa del pueblo, como tantas cosas que sé que no voy a usar, leer, pero no tiro. En estos tiempos de internet, al ver esos artículos que querría recordar, me digo: ya lo buscaré después en google y lo guardaré en el ordenador. Y después, me olvido. Pero hoy no.


El artículo era de Marcos Ordónez en el País, y hablaba de Francisco Casavella, del que aún no he leído nada y ya toca. Entresaco estas palabras de un libro de Casavella que recopila sus artículos.


"Hay épocas malignas en las que se expande una indiferencia tumefacta. En esas épocas, eso que llamamos románticamente 'sueños' parece disolverse con mayor facilidad en las distintas pero siempre ásperas versiones de la realidad. En cada gesto diario se descarta una fantasía de libertad, de ansia de conocimiento, de vocación, de juego. Todo se envenena. Ese es el campo de batalla de la soledad, del desprecio y de las sonrisas hipócritas. Ahí es donde uno ha elegido pelear".