Cada día que compro “el País”
recuerdo que La Caixa y El Santander son accionistas. Pero, si todavía te
sigue gustando eso de tomarte el café con el periódico desplegado, ¿qué comprar
si no en un quiosco de pueblo de provincias? ¿O en un quiosco de capital de
España?
Leyendo cuentos de Chejov,
copio esta reflexión que me hace recordar lo que contaban algunos
supervivientes de campos de concentración, muy distinto a lo que a veces
muestran ciertas películas.
“Los desgraciados son egoístas,
malévolos, injustos, crueles, y menos capaces de comprenderse mutuamente que
los imbéciles. La desgracia no une a las gentes, sino que las separa; y donde
parecería natural que el dolor común debiera fundirlas hay mucha más injusticia
y crueldad entre ellas que entre las relativamente contentas.”
Y estas palabras sobre
el silencio, tan apropiada para este mundo lleno de verborrea. (Pero no sirve
cuando cada guión que entregas debe tener 42 páginas)
“En general, por muy bella y
profunda que sea una frase, afecta sólo a los indiferentes, pero no satisface a
los felices o desgraciados, porque la expresión más elevada de la felicidad o
la desgracia es muy a menudo el silencio. Los amantes se comprenden mejor
cuando callan, y un discurso ferviente y apasionado, junto a una tumba, afecta
sólo a los extraños. A la viuda y los hijos del finado se les antojará frío y
trivial.”
Y ahora me callo.