jueves, enero 24, 2008

Crónica de un viaje III. Colonia, Florianópolis





Las dos primeras fotos de Florianápolis capital,. Las otras, de Colonia, Uruguay. La plaza de toros, inaugurada en 1910 y cerrada en 1912 porque se prohibieron los toros.

Me dio tiempo a leer algo de la prensa uruguaya. El periódico más leído es El Pais. Se podían leer cosas como “panadería atacada por um solitario y violento rapiñero”. Se hablaba mucho de um diputado que se aprovechó de sus influencias para sacarse el “carnet de pobre” y no tener que pagar um tratamiento médico. Da gusto ver que hay gente que está em la política para hacerse pobre, no como algunos políticos patrios (recordemos a Zaplana). También hablan de un militar encarcelado por pertenecer a la triple A, o a la operación Cóndor que ya ha intentado fugarse dos veces. La primera consiguió salir de la cárcel. Cuando lo pillaron se había hecho extensiones. Y especifica el periódico que eran de color caoba. Ay, la decadencia de las dictaduras, qué mala es. Ahora estaba planeando fugarse, lo pillaron com uma sierra y dulce de membrillo. Según el País “el dulce de membrillo era para untar los barrotes y corroerlos, lo cual ayudaría a limarlos.” Hay que señalar que “el Pais” de Uruguay se parece más a nuestro “El Mundo”, com estas teorías membrilleras.


También estuve em Colonia de Sacramento. Muy bonito. Contaría más cosas pero me voy a cenar.

Ahora estoy em Brasil. Unos apuntes: el azúcar es más fino. El café más fuerte, las mujeres muestran mucho canalillo, que diría mi madre, me daría vergüenza bailar a su lado y aunque por escrito se les entiende por hablado cuesta bastante. El ordenador me escribe “emes” y otras cosas sin mi permiso. Me he apuntado a um curso de surf. Em tres días he aprendido el saludo surfero, (al principio pensaba que era el saludo de alguna banda). A veces me tengo em pie aunque no tiene mucho mérito porque me han dado uma tabla que tiene más metros cuadrados que algunos pisos que yo conozco.

Pronto me iré a Argentina y luego a Chile. Llevo medio viaje y a veces tenga ganas de sentarme em mi sillón de casa y tomarme um té. Lo que pasa es que no tengo eso llamado “mi sillón de casa”. Otras veces querría tener más tiempo para viajar. Un dia, um niño em triciclo que regresaba del paseo de Montevideo (la Rambla) con su padre se quejaba porque ahora la pendiente era cuesta arriba. El padre le dijo que eso le iba a pasar siempre em la vida, después de uma cuesta abajo siempre vendría una cuesta arriba. El problema es cuando no sabes si estás subiendo o bajando.

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