Llega el otoño y vamos buscando el sol por los rincones del frío mientras nos escondemos entre abrigos y cafeterías. En una del que es ahora mi barrio, Lavapies, las abuelas recuerdan el pasado, que es su forma de alimentar el presente. El bar es humo, café con leche, olor a fritanga, el chino de la tragaperras y soy yo también el bar esta mañana.
Recuerda una abuela que a su madre, en cuanto nació, la apuntaron a la “mutua el ocaso” para que tuviera un entierro barato. Y que cada mes o cada tanto se pasaban a cobrar la cuota de ese bebé cuya muerte no sería un gran gasto. Pero ahora, con la crisis, dicen las ancianas que morirse es caro y salen cifras a la mesa. Por fin una señala que con esos precios ella va a dejar lo de morirse para otro año.
Y mientras me pongo algo lírico leo en el periódico que hay un señor que se llama Trinitario y se dedica a las acciones y los dineros. Y al oír estos nombres me resulta inevitable pensar en momentos como este:
-La señora de Trinitario: ¿Trini, te has tomado la viagra? Que esta noche me apetece.
Recuerda una abuela que a su madre, en cuanto nació, la apuntaron a la “mutua el ocaso” para que tuviera un entierro barato. Y que cada mes o cada tanto se pasaban a cobrar la cuota de ese bebé cuya muerte no sería un gran gasto. Pero ahora, con la crisis, dicen las ancianas que morirse es caro y salen cifras a la mesa. Por fin una señala que con esos precios ella va a dejar lo de morirse para otro año.
Y mientras me pongo algo lírico leo en el periódico que hay un señor que se llama Trinitario y se dedica a las acciones y los dineros. Y al oír estos nombres me resulta inevitable pensar en momentos como este:
-La señora de Trinitario: ¿Trini, te has tomado la viagra? Que esta noche me apetece.
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