jueves, febrero 17, 2011

Por Miami


En Miami las mujeres cabalgan sobre tacones imposibles y se embuten en una o dos tallas menos, aunque igual lo que pasa es que nosotros vestimos tallas de más y no nos habíamos dado cuenta.

En Miami sólo andan los negros muy pobres y los locos. El resto va en coche, muchos de ellos Lamborginis y otros de los que tampoco sé bien cómo se forma el plural. Por no andar no andan ni los perros, que son transportados en carritos por su dueños. Esto me recuerda un chiste de Seinfeld. Si llegaran los extraterrestres (así, en general) y vieran un planeta en el que hay unos seres que van detrás de otros recogiendo sus mierdas, corren tras ellos arrastrados por cuerdas y hasta los llevan en carritos, ¿Quiénes pensarían los extraterrestres que dominan la Tierra, los perros o los humanos?

En Miami vamos a bares donde las mujeres tienen copas gratis durante dos horas. De primeras marcas. Y no tienen que agredir a nadie en la barra para conseguirlas. Se las traen a las mesas. Los hombres mientras pagamos siete u ocho dólares por copa. Ahora comprendo que a las guiris que pasean por Huertas los chupitos gratis que les ofrecen los argentinos les deben saber a poco.

Vemos a un rapero famoso, ahora actor en Ley y Orden, con su novia y una marabunta de paparazzi. Bueno, cinco o seis. Ella también se dedicaba a la interpretación dramática, de la rama pornográfica. Según mis amigos hay anatomías con pedazos sobrantes que están puestas en el quirófano, cuando parece más bien que deberían ser quitadas. Cuestiones estéticas. Aquí vuelve Rubens.

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