viernes, diciembre 01, 2006

Obituario del poeta manchego Sifrig Rosemberg (II)

Escrupuloso estilista, no vio publicado su primer poema (aparte de sus pintadas en las paredes de Albacete) hasta los 34 años. Lo tituló “Oda negativa a un guardia urbano”, aunque en el acta del juicio donde se publicó aparece como “Insultos que el acusado profirió contra el agente cuando este procedió a retirar de la vía pública una carretilla repleta de barras de turrón sabor kiwi”. Era agosto y hay quien ha visto en este arriesgado gesto de Sifrig el nacimiento de la perfomance manchega chanante. La Oda, que fue recitada una sola vez y corriendo, comenzaba así:

"¡Jodido guardia urbano! ¡Desvuélveme el turrón! ...que era de Jijona ....maldito!"

Aunque todo es confusión en la vida de este genio una lectura atenta de sus poemas nos permite concretar algunos datos. Por ejemplo, que pese a a sus múltiples polémicas Sifrig aún tuvo tiempo para llevar una desenfrenada vida amorosa, por lo que se puede deducir de los muchos poemas de esta temática que aparecen en su obra. Así tenemos la serie de odas amorosas: “Oda a Jenifer”, “Oda a Tatiana”, “Oda a Sumisa” y “Oda a Paolo”, seguida por “La canción desgarrada”, que comienza:

"Tres puntos de sutura. Eso duele"

También podemos deducir de sus poemas su afán revolucionario y provocador, propio de un hombre que bebía el vino sin gaseosa, de lo que siempre se jactó. Sifrig quería llevar la poesía a la calle lo que le costó varias denuncias de bibliotecas públicas por arrojar sus libros por las ventanas. En este intento socializador también realizó numerosas lecturas urbanas; así el ciclo de lecturas poéticas de cada 20 de noviembre en el Valle de los Caídos. Especialmente recordada es “La oda a la sodomia interracial”, que leyó en 1976, horas antes de su primer ingreso en el Gregorio Marañón.

Por esas mismas fechas mantuvo una de sus más agrias polémicas con un colega, en concreto con Gustavo Adolfo Becquer, al que Sifrig acusaba de haber nacido antes que él con la descarada intención de copiarle unos versos que claramente le pertenecían, aquellos celebérrimos que comenzaban:
“¿Qué es poesía?...”

Becquer no entró al trapo, tal vez por llevar más de cien años muerto pero ello no le libró de verse aguijoneado por la afilada pluma de Sifrig, que le dedicó el soneto satírico titulado: “Soneto a Becquer, ese copica asqueroso”, que reproducimos en su integridad (hay que señalar que Sifrig redefinió la estructura del soneto).
“¿Y qué es un copica? me preguntas. Vaya, Becquer, no me esperaba tanto cinismo de tu parte. Un copica eres tú ...maldito”

Aunque casi toda su producción es poética también se adentró en el mundo del ensayo donde se aprecia claramente la influencia que en él ejercieron Heidegger y Pedro Ruiz. De su obra ensayística destacamos su tetralogía sobre los tractores compuesta de tres ensayos: “Los tractores: un conflicto latente” “¿Por qué no hay tractores en la ciudad? Una investigación” y “Malditos tractores”. No hay que olvidar su incursión en el mundo del folklore, con el revelador ensayo: “La morena de mi copla, ese afán posesivo”.

(en la foto Sifrig, el tercero por la izquierda, celebrando en el Bar Paco la consecución por quinta vez consecutiva del premio literario "Sifrig Rosember". Al fondo se observa a Pepe, dueño del Bar Paco, con un palo, dispuesto a aplacar un día más a Sifrig)

Continuará

lunes, noviembre 27, 2006

Obituario del poeta manchego Sifrig Rosemberg (I)


Ayer murió en un acto de coherencia literaria el poeta albaceteño Sifrig Rosemberg. Será recordado por todos aquellos que lo leyeron, porque como dijo un miembro del jurado del premio Adonais, “ciertas disposiciones de las palabras no hay quien las olvide”, en referencia a su poemario “¿Por qué lo hizo la araña?”.

Como todo genio Rosemberg fue precoz y ya a los 11 años comenzó a jugar con las palabras. De los 12 años datan sus primeras frases, que por supuesto eran versos:
“mi mamá me ama
mi mama me mima”,

por los que fue acusado de plagio, iniciándose así su polémica carrera.

Tres años después, en plena adolescencia, comenzó Sifrig Rosemberg a disfrutar las mieles del éxito, pues a los 15 años logró hacerse con el premio nacional “El Bardo Ergonómico”, convocado por Sifrig Rosemberg. Espoleado por este premio se apuntó a una academia de danzas regionales, gracias a lo cual consiguió un gran dominio de las castañuelas.

Tal vez marcado por esta experiencia folclórica huyó despavorido al parque Abelardo Sánchez, donde vivió en el estanque junto a los patos durante tres meses. Cuando uno de los patos le dijo que por mucho que cazara peces con la boca nunca los convencería de que era el Patito Feo abandonó el estanque y se sentó en un banco pero torciendo los tobillos hacia dentro. En ese banco, que aún hoy en día puede ser visitado nació su “Oda a las ardillas del parque Abelardo Sánchez”, de la que siempre recordaremos aquellos versos iniciales:

“¡Jodidas Ardillas, devolvedme el bocadillo!
....Que era de mortadela con olivas
...Malditas!

Polemista de altos vuelos, fue muy nombrado su enfrentamiento con el portero de la Real Academia Española. Para Sifrig era indignante que la palabra “ala” tuviera dos “aes” cuando la palabra “volar” sólo tenía una. Y mucho más indignante si el ala era de pollo, animal que no vuela. El portero, hombre prudente y sordo crónico, nunca quiso mojarse. Ni dejarle entrar en la academia, por lo que Sifrig comentaba que había un complot militar para impedir su anhelado ingreso. Otra polémica muy comentada fue la que mantuvo con el dueño del bar Paco, Pepe, quien no le dejaba escribir en las servilletas de papel si no consumía algo.

(en la foto el portero de la Real Academia con un amigo dispuestos a recibir a Sifrig)

(continuará)

jueves, octubre 26, 2006

Lo que pasó con nuestro rey y el oso rumano



Fue así, traducido fidedignamente del rumano, más o menos


-BORIS: ¿Pero estás loco? Has drogado al Rey de España
-IGOR: ¿Qué dices? He drogado al oso.
-BORIS: ¿Entonces por qué habla así?
-IGOR: ¿Quién, el oso?
-BORIS: No, el rey de España.
-IGOR: No sé, se habrá drogado solo. Aunque siempre lo he oído hablar así.
-BORIS: ¿Y ahora qué hacemos si está borracho? Tenemos que conseguir que mate al oso.
-IGOR: El oso ni se mueve. Está inflado a vodka, será fácil matarlo si antes no muere de coma etílico.
-BORIS: ¿Por qué el oso puede beber vodka y nosotros bebemos Brumel? ¿No podríamos beber al menos Varon Dandy?
-IGOR: No sería muy varonil cazar a un oso que apestara a Varon Dandy.
-BORIS: Tampoco es varonil emborracharse con Faralla y ayer buena que cogiste.
-

miércoles, octubre 25, 2006

Spielberg y J.J.Benitez


El otro día en la FNAC había una buena pila de “el caballo de Troya VIII”, de J.J. Benítez. El hombre dice que no sabe cuántos escribirá, que él no decide (?). También, en una entrevista en “El Mundo”, decía esto.

-¿Se puede viajar a la "nave nodriza" a través de la proyección astral?
Creo que sí. Yo lo hice una vez, en Brasil.

Hace un tiempo, la verdad es que muy poco, cuando sacó “Caballo de Troya VII” hablaba en “La Razón” de las posibilidades de llevar al cine su heptalogía.

Abordé a Spielberg cuando rodaba “El imperio del sol” en Huelva y le propuse que leyera el primero de los libros”. El obvió esa posibilidad porque no estaba en inglés”.

No sabe nada este Spielberg. El mismo Benítez lo reconocía en su entrevista en “el Mundo”:

-¿El Gobierno judío conocía la operación Caballo de Troya?
Eso habrá que preguntárselo a los judíos, pero sospecho que sí. Los judíos la saben todo.

viernes, septiembre 22, 2006

la tontería del día

Una muestra más de como para un periodista con prisas una cosa te puede llevar a la otra porque sí y ya está. Esto escribía Fernando Martín en “El País” dentro de su reseña del concierto de Julieta Venegas:

“Que esta compositora y cantante ha alcanzado un estadio superior en su carrera lo prueba la extracción social y estética de los asistentes a su concierto. Gente guapa y algún que otro famoso, pero sin agobiar”.

Pues sí, claro, si hay gente guapa y famosos ... En fin.

el perro trepatejados


El perro trepatejados es un fenómeno que se da en los pueblos, como el tonto perpetuo en la plaza, las señoras con bolsas de plástico en la cabeza al mínimo atisbo de lluvia o el supuesto amigo que cada vez que vas te pregunta “¿ya estás aquí? (hecho obvio) y al momento “¿cuándo te vas?”

En mi pueblo tengo localizados ahora mismo tres perros trepatejados y uno de ellos pachón, lo que es más curioso, dada la torpeza de esta raza. Un amigo tuvo un pachón al que le daban pánico las escaleras, no comprendía esa posibilidad de ascenso y sólo consiguieron que las subiera en brazos. O sea, que no lo consiguieron.

Los pobres perros trepatejados suelen pasar mucho tiempo recluidos en corrales con fácil acceso al tejado (unas alpacas, unos capazos apilados en las terrazas) y aburridos y tal vez envidiosos de los gatos, terminan por arriesgarse a la aventura.

Esto no pasaría si en los pueblos tuviéramos esa costumbre urbana de sacar a pasear a los perros, acción considerada por allí hasta hace poco cosa de gente fina, indolente y de forasteros. Los perros se sacaban a pasear a sí mismos si es que podían. Mi perra, salvo cuando estaba en celo, abría la puerta de la calle poniéndose a dos patas y no regresaba hasta que le llegaba el hambre o el aburrimiento. A veces me la cruzaba trotando por el pueblo junto a otros tres o cuatro perros sin que pareciera que tuvieran algún destino concreto, como mis amigos y yo, que sufríamos el mismo problema pero sin trote. En esas circunstancias, cuando iba en compañía, mi perra me ignoraba, como si le diera vergüenza saludar.

Cuando mi perra estaba en celo mi madre la ataba en el corral, lo que no impedía que la mitad de los perros del pueblo vinieran a mearse en la puerta de la casa. Mi madre combatía el olor de esas meadas con lejía y el mítico zotal. Y una botella de fanta de dos litros llena de agua en la puerta. Se lo había dicho una vecina. Los perros se meaban también en la botella.

La sencilla botella de agua se ha considerado un gran remedio para varios problemas. A veces las he visto colgando de los almendros. Pero no sé para qué.

Luego está su variante, la bolsa de agua. Un verano, en el bar de la piscina municipal, tenían un buen número de bolsas de agua colgando del techado. Le pregunté a uno de los camareros para qué servían.

-Hombre, eso es para espantar a las moscas.
-¿Por qué? ¿Llevan algún líquido que las espante?
-No, hombre, eso es porque ellas se acercan a la bolsa y claro, se ven feas en el reflejo y se espantan. Mírate, hombre, mírate. Ya verás como te ves feo.
-No gracias, no hace falta.

Y fue entonces cuando aprendí la vertiente esteticista de las moscas, que además será el título de mi próxima novela.

Pero hay que reconocer que a las bolsas de agua no se acercaban las moscas. Lo malo era que a los platos de caracoles sí y la verdad, bolsas de aguas pedíamos pocas pero platos de caracoles unos cuantos.

En fin, que no termino de imaginarme lo que sentirá un gato que cuando sestea en su tejado se encuentra con uno de estos curiosos perros trepatejados.

jueves, septiembre 21, 2006

pasmoso principito

Radio Televisión Española está haciendo repaso de sus cincuenta años. El otro dia le tocaba a sus documentales de la naturaleza. Hablaron del trabajo de Félix Rodríguez de la Fuente y también una serie de documentales presentada por el principe Felipe. De esta serie algún editor con mala baba seleccionó unas imágenes en las que se veía al principito observando con unos prismáticos a un oso que comía unas bayas. Nuestra alteza decía esto:

"mira el oso como está comiendo con una delicadeza pasmosa"

¿Será este el lenguaje cortesano?

lunes, septiembre 04, 2006

ambos exclusive

me ha dado por comprarme una moto y en la búsqueda de concesionario me he encontrado esto:

Motocicletas, Recambios y Accesorios:
Este departamento permanecerá cerrado por vacaciones del 16 de Agosto al 2 de Septiembre, ambos exclusive.


http://www.bmw.es/movilnorte/localizacion/


Me gusta esto de exclusive, es como que van a abrir esos dos días pero con elegancia. Ea, que me hacen gracia estas cosas.

domingo, septiembre 03, 2006

Lepanto

Tomás Cuesta, cómo no, en "La Razón", escribe esto sobre la selección española de baloncesto:

"Aunque pueda sonar a cuero repujado y a polilla crecida en oros viejos, los nuestros han partido a conquistar la gloria y a defender una bandera. ¿Cómo en Lepanto, acaso? Pues sí, como en Lepanto, para qué vamos a andarnos con rodeos".


No era necesario el aviso, suena a polilla, sí. Si creció en oros viejos ya se podría discutir.

A día de hoy

"a día de hoy España es superior a Lienchestein”


Luis Aragonés, ese señor que dijo que se iba pero luego no y tal... en declaraciones a una televisión. Bueno es saberlo.

jueves, agosto 31, 2006

Razón y fe


Recogiendo viejos post de un blog que se quedó a medias, estos extractos de las páginas de religión de “La Razón”, a veces más psicotrópicas todavía que el resto del periódico


“La Renovación Carismática Católica en el Espíritu (RCCeE) acaba de celebrar en Madrid, con gran éxito de público, su primera asamblea nacional tras tomar distancia de la Renovación Carismática Católica (RCC). Nace así un nuevo grupo de espiritualidad carismática desligado de la Renovación Carismática Católica. Este hecho doloroso se produce tras el intento de imposición de unos rígidos estatutos a todos los grupos que oran en el Espíritu en España.

Con gran afluencia de fieles y bajo el lema “Jesús, nuestra justicia”, se desarrolló en el auditorio del Ifema en Madrid este gran encuentro de oración .... Así mismo la hermana Glenda, popular cantante cristiana, dirigió una adoración al Santísimo entremezclando cantos. Además, se difundió el “II manifiesto de Pozuelo”...


Cuando oigo estas historias de pequeñas asociaciones que se escinden, o las divisiones de pequeños partidos políticos (los verdes, las tres falanges) siempre recuerdo a La Vida de Brian y los diferentes frentes para la liberación de Palestina haciéndose la vida imposible. Lo del Segundo manifiesto de Pozuelo le pone la guinda al artículo.

¿Y por qué leo estas cosas? No lo sé, debería mirármelo.
También lo de hacerme preguntas a mí mismo y contestármelas,

jueves, julio 20, 2006

una noche con bichos


surfin2.jpg
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Tercer concierto de la gira de resurrección de los Surfing Bichos. Tras pasar por el Primavera Sound y el Mimed de Valencia le llegaba el turno al festival madrileño Metrorock, donde los albaceteños dieron un concierto breve pero intenso en el que fueron cabeza de cartel, precedidos por el mismísimo Paul Weller. Antes se pudo ver a bandas ya asentadas como Sexy Sadie o los granadinos Lory Meyer y a grupos de pop adolescente como Pignoise, que tienen tanto de músicos como de producto de marketing televisivo.

Porque en un recinto donde se reúnen casi treinta mil jóvenes no podía faltar el marketing. Ni la publicidad.

Se vieron por el Metrorock grafiteros reciclados en pintores publicitarios que plasmaban en grandes paneles carnets jóvenes con el fondo de Madrid. Se vieron chicas con vaqueros ajustados y camisetas breves que te pedían tus datos con la promesa del sorteo de un coche japonés. Se vio a otras que regalaban cintas para colgar móviles, pañuelos con publicidad, se vio a gente de la organización que procuraba lanzar grandes balones sobre el público durante los conciertos para que el logo de Metro de Madrid se paseara sobre las cabezas del llamado respetable. El resultado: mucha gente cargada de pañuelos y cintas que golpeaban grandes balones mientras albergaban la esperanza de ganar un coche japonés.

También se vieron balones sobre los miles de personas que contemplaron como los Surfing Bichos abrían su concierto a las dos y pico de la madrugada con un tema instrumental. Pegados al escenario dos tipos pedían al grupo que tocaran Hey Lázaro y los fotógrafos disparaban sus flashes antes de marcharse a otro concierto o a una barra.

Los balones sobrevolaban nuestras cabezas y Fernando Alfaro comenzaba a cantar: Cae la noche con su manto gris. Joaquín Pascual parecía tener problemas con su guitarra y los dos tipos, cerca de la valla, seguían pidiendo a gritos Hey Lázaro.

Y el concierto fue creciendo mientras Pascual rompía cuerdas y Fernando Alfaro presentaba los temas con entradillas tan apocalípticas como sus letras. Llegaron Comida china y subfusiles, Rifle de repetición y otras canciones cargadas de armas de fuego, sangre y muerte. Isa hacía coros y tocaba teclados y guitarras en un rincón, como sin querer molestar, como esas visitas que se quieren ir antes de llegar. Una vez más apenas se la oyó.

Un músico de los desaparecidos Mercromina, sin poder aguantarse las ganas de estar sobre ese escenario, salió de algún rincón del escenario para darle dos besos al bajista de los Surfin, José Manuel Mora, mientras Joaquín Pascual se encogía en sus solos de guitarra y Carlos Cuevas marcaba el camino desde la batería. Los dos tipos seguían pidiendo Hey Lázaro. Llegó su primer y lejano éxito, Gente abollada, y pasaron por Efervescente, El crujido de un cangrejo hasta terminar con Hermano Carnal y las guitarras en vuelo de Fuerte. Y se marcharon. La gente se miraba los relojes. Parecía corto. En estos festivales cronometrados no suelen permitir bises pero el público, por primera vez en la noche, los pedía. Dos tipos concretaban. Ellos querían el Hey Lázaro. ¿Quién dijo que la constancia es una virtud? Pero no hubo nada más que el ruido de los amplificadores aún conectados y los dos tipos que pedían el Hey Lázaro a un escenario vacío. Para los bises habrá que esperar al seis de octubre en Albacete.

jueves, junio 22, 2006

La calor

En "El Pez Gordo", junto a un cacharro de aire acondicionado, se leía esto:

"El frío es insólito"

lunes, junio 19, 2006

Francisco a ritmo de swing

Esta mañana, en un anuncio de la tele:

Por fin Francisco canta los éxitos de Nino Bravo a ritmo de swing”.

Me gusta ese “por fin”, me hace pensar en una multitud de gente a la espera de un disco de Francisco versioneando a Nino Bravo. Y todo ello a ritmo de swing, señora.

sábado, junio 17, 2006

Unas tardes por la Feria


peluche
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Se puede llegar a la Feria del Libro del Retiro siguiendo el rastro de gente que se aleja cargada de bolsas. O siguiendo los carteles indicativos, que es más fácil y civilizado. Pero se llegue como se llegue harán falta bolsas para llevar todos los papelotes que por la feria te regalan.

O saber decir que no. Yo no sé decir que no y nada más llegar le digo sí a una chica que me ofrece un abanico de cartón con publicidad de una novela. Pero es un día extraño de junio sin calor y el abanico resulta inútil. Necesito una bolsa para meter el abanico o una papelera para tirarlo. Me acerco al stand de un periódico que regala su suplemento cultural y bolsas.

Al pasar junto a la caseta de una editorial especializada en leyes una chica sonriente me ofrece un ejemplar del periódico jurídico “La Ley”. Si ya nos cuesta decir que no a algo regalado, si te lo ofrece una chica sonriente aún es más difícil. Continúo mi camino y veo a otros hombres con su ejemplar de “La Ley” bajo el brazo. Agradezco que las chicas sonrientes no nos regalen carracas.

No es fin de semana y hay pocos escritores conocidos firmando. La gente se acerca a las casetas donde firma algún autor, lo miran, el autor esquiva la mirada y tras comentar que no les suena, se alejan.

Me voy a la caseta de la editorial Tusquets. Dionisia García, poetisa albaceteña, tiene libro nuevo. Pregunto por él. Los vendedores se miran extrañados.
-¿Has dicho Dionisia?
-Sí, García.
Los vendedores se deciden a buscar en el catálogo.
-Pues existe, pero no está aquí. Pásate en dos días.

Me voy contento por la confirmación de que Dionisia existe. Anochece. Las casetas comienzan a cerrar y me alejo sin mi libro pero con una gran bolsa repleta de papeles. En casa tengo otro libro de Dionisia, con versos como estos:

“Declina ya la luz, el faro avisa;
se confunden las aguas con el cielo.”

Regreso un sábado. La feria está llena. En muchas casetas firman autores famosos o famosos que se han hecho autores. La importancia se mide en vallas: autores a los que es necesario ordenarles la cola con vallas y autores que no tienen valla. Ni valla ni apenas lectores.

Firman esa tarde Vargas Llosa y Jodorowsky, ambos con valla. Colas más modestas tienen Eduardo Mendoza, Carmen Posadas, tantos otros. También firma libros un peluche con pinta de oso venido a menos o de ratón deforme, no se sabe bien. Algunos padres colocan a sus hijos ante el peluche para que les firme el libro. No sé qué opinión se formarán esos niños al descubrir que un peluche también es capaz de escribir. Y de publicar, que es lo más difícil en esto de las letras. Me temo que a partir desde ese momento el resto de casetas resultará aburrido para los niños.

Un amigo poeta me presenta a los vendedores de una gran librería. Nos vamos a comer con ellos. Los vendedores hablan del libro más vendido del día. Es de un señor abogado que ha escrito un libro de misterio sobre una iglesia de Barcelona, en la línea del Codigo da Vinci. En sólo dos horas ha firmado más de ciento cincuenta ejemplares. Dicen que la editorial le ha retocado el libro mucho y el señor algo admite. Pero en la caseta sólo él ha firmado ejemplares de la obra. Las casetas son pequeñas y acomodar también a los retocadores parece complicado. Hablan también los libreros de escritores que dejan tambaleando el pequeño frigorífico con alcohol que hay tras la caseta. Y de libros. Son casi todos gente muy leída y les gusta su trabajo.

El mío hoy es seguir el paseo. Regreso a la caseta de Tusquets. Han pasado dos días pero aún no está el libro de Dionisia. Me confirman que lo tienen en su catálogo. Parece ser que día de estos lo tendrán también en la caseta. Volveré.

El lunes firma un amigo poeta su primer libro. Ir a ver a un poeta novel firmando es como ir a ver a un pariente recién operado de apendicitis. Sabes que aquello puede ser doloroso pero no es grave y dura poco. Aún así vas a verlo, por cumplir, por estar allí.

El poeta novel ha firmado veinticinco libros, un éxito. Casi todos a amigos, eso sí, pero por algún sitio se empieza. Y además una poetisa a la que no conocía le ha regalado un libro. Me enseña el libro. La poetisa resulta ser de Albacete, Mercedes Díaz.

Un niño le ha preguntado al amigo poeta si era famoso. Él le ha dicho que no, pero el niño insistía, si había escrito un libro tenía que ser famoso. Ese niño no sabía lo que es escribir poesía en España. Sus padres, detrás, reían. Sabían.

Vamos a tomar unas cañas para celebrar las firmas. Viene con nosotros una chica que trabaja de vendedora en una librería de poesía. Como algunos de los vendedores también escribe y publica
La poetisa aún se está riendo. Un señor quería comprar en su caseta las obras completas de José Ángel Valente, cuarenta y cinco euros. A su esposa no le parecía bien pero el hombre estaba decidido. Al final la señora inquirió a la vendedora:
-Espero que por lo menos sea una buena traducción.
El señor no dijo nada y al final se fueron con el libro y su matrimonio a cuestas.

Después llegó un señor que aseguraba conocer a Holderling pero no de las enciclopedias, sino de cruzarse con él por la calle. Y estos días se acercan abuelillos que en lugar de llevarles el nombre del autor les recitan versos por si ellos conocen quien los pergeñó. Se le pide mucho al gremio de los libreros.

Por fin consigo el libro de Dionisia García, “El engaño de los días”. Es momento de dejar la feria, el parque, y regresar a la ciudad. Me alejo con una bolsa cargada de papelotes y el libro. Escribe Dionisia en él: “Lejana la ciudad, oculta los rumores,/ese gran desconsuelo de unos seres anónimos,/que violentan sus vidas y marchitan la rosa/ de sus cuerpos recientes, luchadores en vano/ ante el oscuro mal de soledad y vacío”. También escribe Dionisia: “Nos duele que la luz nos abandone… / Sin embargo, compensa la aventura / de entregar a los otros el testigo”.

Ser de Albacete en Madrid

Ser albaceteño en Madrid es ser un emigrante que no da ni pena, porque a la que te quejas siempre hay un gallego o un canario que te recuerda que vives al lado. Somos emigrantes como de opereta porque un emigrante que puede tomarse el desayuno en su casa del pueblo y comer en el trabajo, y todo ello sin coger un avión, es siempre desdeñado por la emigración más lejana.

Así nos ven en Madrid y así también en Albacete cuando nos vamos. Ya ni la familia se espera a ver marchar el tren. Te dejan en la puerta de la estación y como con prisa te plantan dos besos o ni eso. Y si regresas a tu tierra antes de que pasen dos meses no faltará quien te espete, desde una desconfianza absoluta en la traslación de los cuerpos y en los billetes de ida y vuelta:
-¿Pero ya estás aquí? ¿No te habías ido?
Y entonces te encoges de hombros y dices:
-Ea.

Ser albaceteño en Madrid supone aguantar que todo aquel que conoce a un paisano tuyo te pregunte por el.
-Así que eres de Albacete. Entonces conocerás a Antonio.
-¿De dónde es, de la capital o de pueblo?
-No sé, de Albacete en general.
-Ya... Es que tenemos pueblos... Yo mismo soy de pueblo. Allí para bien o para mal nos conocemos todos, pero a los de la capital no los conozco a todos. De hecho dudo que se conozcan todos entre sí. Hay más de ciento cincuenta mil.
-No sabía que erais tantos- te dicen con preocupación, como si pensaran en nosotros como una plaga.
-Ea- contestas.

El interlocutor no descansa, tal vez por esa pasión humana de buscar puntos en común que alarguen las conversaciones. Y vuelve a atacar.

-Ya... Pero a Constantino Romero sí que lo conocerás, ¿no?
-De verlo por la tele. Además, creo que vive en Barcelona.
-Ya... ¿Y a Pedro Piqueras?
-Bueno, conocerlo... Un día lo vi en Madrid.
-¿Y le dijiste algo?
-¿Por qué le iba a decir nada?
-Como los dos sois de Albacete.
-Ya. Pero no por ello no nos saludamos todos. Y más cuando no nos conocemos.
-¿Estás seguro que eres de Albacete?
-Sí...
-Pero a los que sí que tienes que conocer es a los de la Hora Chanante.
-Pues me gustaría, pero sólo los he visto por internet.
-Qué raros sois los de Albacete.
-No. Los de la Hora Chanante sí que son raros. Luego hay de todo.

Pero puedes comprender que nos vean algo raros. ¿Qué se puede pensar de una provincia si lo poco que se conoce de ella es una vieja estación de autobuses, el tópico de las navajas, una copla rijosa sobre ancianos y unos dulces que se llaman “Miguelitos de la Roda” pero que fueron inventados no por ningún Miguel, sino por un tal Manuel y son comprados por los madrileños en una estación de servicio al lado de la Gineta? De esa combinación de lugares y tópicos no puede salir una percepción normal de Albacete.

-Yo de Albacete sólo conozco la estación de autobuses. Qué fea es- te dicen ofendidos, como si tu padre fuera el arquitecto y tú el aparejador.
-Hombre, pues mira, yo a la estación de autobuses también la conozco, ya ves. Ahora no es tan fea. La han remozado. Buen, no del todo. A los señores que están siempre rondando los aseos y te quieren ver el miembro no los han remozado pero todo se andará.
-La estación de trenes también es fea, ¿no?
-Mayormente. Pero la van a cambiar cuando pase el AVE.
-¿Pero va a pasar el AVE por Albacete? – te preguntan con asombro.
-Eso nos han dicho.
-¿Y parará?
-Esperamos. Albacete es llano pero aún así sigue resultando peligroso lanzarse en marcha de un AVE.
-Claro, claro.

Aunque en España se vendan pocos libros de poesía ser de Albacete supone estar expuesto a que la mitad de la población nacional te recuerde los versos aquellos del amor senil itinerante de dos ancianos. Y quienes no los recuerdan bien aún se atreven a pedir tu ayuda.
-¿Cómo terminaba eso del viejo y la vieja?
¿Y entonces que haces? ¿Les ayudas? ¿Les dices que no lo sabes? ¿O que terminaba en consonante?

-Pues no lo sé.
-¿No lo sabes? Yo pensaba que en Albacete os lo sabíais todos
-Pues no.
-¿No?
-No, ea.
-¿Y eso de “ea” qué quiere decir?
-Pues es difícil de definir: un poco de todo y nada de nada.
-No lo entiendo.
-Ea.
Y te vas. Y ahí se quedan.