En estos días pasados de tantas banderas y tanta España y de las manifestaciones por el Estatut catalán oí en el pueblo un retazo de conversación en la que una persona se quejaba de que los catalanes no nos quieren. Su oyente no comprendía que no nos quisieran. Igual sí comprendía que una macizorra excelsa no lo quisiera. Pero que no te quiera un catalán hasta ofende por aquí.
Creo que un día escribiré una novela titulada “El desamor de los catalanes”. Bueno, no. Pero la duda de mucha gente es esta: ¿cómo pueden no querernos los catalanes? ¿Por qué algunos de ellos quieren separarse de nosotros?
La verdad es que hay gente en el pueblo que a su manera también es muy separatista. Pero se quieren separar de sus propios vecinos. Por ejemplo, había una asociación de amas de casa. Pero algunas “miembras” se llevaban mal entre ellas y se escindieron y ahora, en un pueblo de 3.000 habitantes, tenemos dos asociaciones de amas de casa. Creo que algo parecido le pasó al grupo de bailes de salón, que se separó en dos. Es que en invierno no hay mucho que hacer por aquí.
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